jueves, 10 de septiembre de 2009

Jorge Fandermole

CANTO VERSOS



Si pienso en algo para decir,
si pienso en alguien por quien vivir,
si casi nada se tiene en pie
y este segundo ya se nos fue;
si en la mirada dura un fulgor
atravesando tanto dolor
yo canto versos de mi sentir
y los condeno a sobrevivir.

Donde parece el sol no alumbrar,
donde se muere de soledad,
en lo ms hondo de esta quietud,
donde oculta la sangre la luz;
donde agoniza un ángel guardián
y se nos pudre el agua y el pan
yo canto versos del corazón
y los enciendo en una canción.

Canto, canto;
tan débil soy que cantar es mi mano alzada.
Y fuerte canto, canto;
no hay más que hacer en esta tierra incendiada
sino cantar.

En lo invisible de la ciudad,
donde se ocultan odio y verdad,
donde las bocas de un año gris
corren sonámbulas tras de mí;
la infortunada noche que un Dios
arrepentido nos olvidó
yo canto versos de furia y fe
pa' que me ayuden a estar de pie.

Canto, canto;
tan débil soy que cantar es mi mano alzada.
Y fuerte canto, canto;
no hay más qu hacer en esta tierra incendiada
sino cantar.
Canto, canto;
tan débil soy que cantar es mi mano alzada.
Y fuerte canto, canto;
qu ms hacer con palabras deshabitadas
sino cantar.



coplas de la luna llena


Cuando la luna baja
bajo con ella;
yo me caigo en el suelo
y la copla queda.

Queda como un aroma
que lleva el viento
o en el agua cantora
que se va yendo.

Si la luna me mira
me voy cegando
por los ojos me voy
descorazonando.

Me derramo a la altura
como un lamento
y su tensa blancura
me voy siguiendo.

Ay, luna que desatas
mi sangre oscura
y el aullido ms largo
de mi amargura.

No les des a mis penas
más extravíos
que me busca la muerte
camino al río.

Ella me vuelve oscuro
animal sediento
y me dicta las coplas
de mi lamento.

Ay, madre de mi canto
y mi malandanza
no me eches al camino
a calmar mis ansias.

A volver como el día,
ensangrentado;
a quedarme ya sin amor
desolado.
No esperes junto al río
que hay luna llena
y anda suelto un ladrido
rojo en la arena.

Lucecita lobuna
de fiero brillo
quieta en la medialuna
de los colmillos.

No les des a mis penas
ms extravíos
que me busca la muerte
camino al río.




EL LIMONERO REAL


Manchas de lejos:
mujeres que van
llegando y los viejos
perdidos del hablar.
Sombra en los filos.
-Sujeta ese animal-;
y va pintando el rÍo
la roja luz ritual.

Manchas que los viejos
prefieren no mirar,
van las tres llegando
vestidas de ciudad.
Sólo ella no viene,
luctuosa, innominal;
-cruza a buscarla,
es tiempo de olvidar-.

Amanece y ya está con los ojos abiertos;
repetidamente vuelve a recordar
un chasquido de agua y un cuerpo moreno
y esa vuelta oscura desde la ciudad.
Y silencioso el Layo va clavando el remo,
de un nombre ladeado suena esa otra voz;
el tiempo se tuerce, redondo y eterno
como agolpa el árbol el fruto y la flor.

Mancha del cuchillo matando el cordero;
rojo un vino fresco para festejar
sombras repetidas para el Año Nuevo;
nueve veces cuenta para no olvidar.
Cuenta y va agregando sobre el fruto viejo
capullos perplejos de un nuevo amargor,
pura eternidad como en el limonero
su limón maduro y al lado la flor.

Amanece y ya está con los ojos abiertos;
repetidamente vuelve a recordar
un chasquido de agua y un cuerpo moreno
y el volver oscuros desde la ciudad.
Y silencioso el Layo va clavando el remo,
de un nombre ladeado suena esa otra voz ,
el tiempo se tuerce, redondo y eterno
como agolpa el árbol el fruto y la flor.

Amanece y ya está con los ojos abiertos
fija en el momento en que el hijo se fue,
vaca de nombres, mujer en silencio
por el agua adentro del Colastin.
Y va remando el Layo cruzando el desierto
con la nada extrema de su soledad:
repetida pena circulando el tiempo
como fruto y flor del limonero real.







MARINA

Marina, sólo por tu lengua blanda
volvían la tormenta y la ceguera;
caía un cielo blanco por tu espalda
y en los destellos de tu cabellera.

Marina pintaba las aureolas duras,
maduras y jugosas de saliva;
ardía brillante y rojo en la espesura,
hendidura profunda que latía.

Y saltaba el mar y fluían las laderas
y las dunas navegaban mar afuera.
Cuando el viento norte izaba las culebras
yo volva deshecho, escoria en la marea.

Sismo, terremoto, cataclismo, peligroso
ritmo, maremoto en el abismo tenebroso.

El que jamás te ha visto no se imagina
una líquida luna en una salina
ni un diminuto mar que nunca se termina.
No se calma la sed con agua marina.

Marina por cada labio me ponía
un vértigo de océano en la boca.
Me hunda con mi esperanza hasta la cima
y me iba cuerpo al mar en cada gota.

Marina, mejor que no te cruce ahora,
espejismo del mar en la llanura;
podría arrastrarme el canto de las olas,
farolas de tu pecho y tu cintura.

Y saltaba el mar y fluían las laderas
y las dunas navegaban mar afuera.
Cuando el viento norte izaba las culebras
yo volva deshecho, escoria en la marea.

Sismo, terremoto, cataclismo, peligroso
ritmo, maremoto en el abismo tenebroso.

El que jamás te ha visto no se imagina
una líquida luna en una salina
ni un diminuto mar que nunca se termina.
No se calma la sed con agua marina.







CANCIÓN DE LUZ Y SOMBRA


Marcha de los ciegos sobre una pintura,
nave de los locos y su arboladura.
Ojos donde afloran la miel y el veneno
y la luna mora de los sarracenos.

Placer que no vino libre de pecado,
nombre femenino de un ángel armado;
lágrima que drena hasta mi hogar profundo,
tormenta de arena por el fin del mundo.

El que te ama no te nombra,
corazón de luz y sombra.
El que te ama no te nombra,
corazón de luz y sombra.

Campo de amapolas en medio de un suelo
que hamaca en las olas mi barco pequeño.
Mis amores y mis objetos perdidos,
mis dolores y mis desaparecidos.

La piel de la niña del pueblo vecino
cayendo la tarde sobre los caminos;
un tajo de luna en la enagua de seda
en al tierra bruna bajo la arboleda.

El que te ama no te nombra,
corazón de luz y sombra.
El que te ama no te nombra,
corazón de luz y sombra.

No tengo palabras para enamorarte
ni quiero que te abras en dos para amarte.
Hoy estoy oscuro como un pan de tierra,
viviendo por puro azar, como en la guerra.

Cantan los idiotas, los hijos del suelo;
yo canto en mi propia parte del infierno
la enumeración que no tiene sentido,
que te dice toda mientras no te digo.

El que te ama no te nombra,
corazón de luz y sombra.
El que te ama no te nombra,
corazón de luz y sombra.






LO QUE USTED MERECE


Para que te duermas niño
de pelo de trigo
yo le robo al aire viejo
el canto de los grillos.
Para que su brillo de alas
no traiga el desvelo
lo pondré en una tinaja
de algodón del cielo.

Duerma que la noche viene
oscureciendo el agua,
alzando su capa negra
toda agujereada.
Prende la luna menguante
su vela chiquita
y en sus ojos arde el sueño
como una arenita.

No es que todo esté tan calmo
como estas palabras,
pero el sueño es necesario
pa' que vuelva el alba.
No es que todo sea tan bueno
como aquí parece
pero voy cantando al menos
lo que usted merece.

Duerna que llegó la noche
estrellada y honda,
y anda uncida de su coche
repleto de sombras.
Y por lámpara cimera
cuelga el lucerito
su luciérnaga estrellera
por el infinito.

No es que todo sea tan bueno
como aquí parece
pero voy cantando al menos
lo que usted merece.
Que si usted me sueña el da
un poco más bello
yo me gasto la vigilia
listo para hacerlo.







LA TORCIDA

Me salió torcida,
a ver quien va a bailarla,
y en un giro de amor la sienta latir
y le endulce la piel amarga.

Marca por la noche
su fatigosa huella,
ciega de soledad, un paso aquí abajo
y otro paso en las estrellas.

Lleva un corazón
desacompasado y duro
y el acento del lado más débil del aire
por donde cae lo maduro.

La torcida no es
tan difícil de cantar
bajo esta luz; más difcil es vivir
de pie en esta tierra y andar.

En tanto no aclare
sobre esta tierra oscura
esta copla andar sangrando en el tiempo
con su torcida andadura.

Agua de la sombra
velada de mis das,
flor que endulza el salar, cruzando el desierto
va tu luna que me guía.

Canto y al robarla
del apagado espejo,
salta como una fiera mi vida astillada
con su quebrado reflejo.

La torcida es esta
voz que no tiene calma,
una canción que me va empujando el sol
en la oscuridad del alma.






Cuando

Cuando te despiertes cada día
con el cuerpo de aire y ese olor
feliz del sueño manso de las lilas
sin miedo al movimiento ni al dolor.

Cuando yo no tenga casi nada
de sangre en la garganta de papel
ni un agrio pez nadando en la mirada
ni quiera más amparo que la piel.

Van a ser los días esos barcos
de luz que una vez pude escribir
y la alegra que hemos olvidado
volviendo por los huesos a subir.

Yo me alimento con una quimera
en que los ojos al sol verán brillar
los brazos de mi padre en las banderas
y una ceniza negra, y una ceniza negra
y una ceniza negra que se va.

Cuando me convenza que la suerte
me rige a la par que la pasión
y no el temible arcángel de la muerte
velando sobre el campo del reloj.

Si lo consumado y lo posible
tienen siempre la cara del horror
en esta patria de lo inaccesible
en este tiempo olvidado de Dios.

Yo digo que mis ávidos amores
son fuertes y viven más que yo
son gigantes tenues como flores
que alientan este turbio corazón.

Los alimento con una quimera
en que los ojos al sol verán brillar
los brazos de mi padre en las banderas
y una ceniza negra, y una ceniza negra
y una ceniza negra que se va.









LA MIRADA

Apenas te vi bailando
supe que no alzabas para mí
la noche de tu pañuelo
pero la luz de tus ojos sí;
disimuladas brasas en vuelo
quemándose al partir.

Sólo porque la zamba
no guarda prendas para el cantor,
no le mientas a mi alma,
tus ojos van donde va tu amor;
ese pañuelo sigue la danza
pero tus ojos no.

Guardo en el lucero
un tiempo que espero para refrescar
fuegos de mis amores
y los ardores de tu mirar;
cuando mi voz se cansa
hay otra danza para bailar.

Sesgo de tu mirada
que va endulzándome la canción
con su llama enredada
volviendo leña mi corazón.
No dejes de mirarme
hasta que apague la noche el sol.

En los pliegues del aire
hay un camino que nadie ve,
que trae la luz furtiva
de tus pupilas mirándome
y lleva en mi humilde zamba
arena blanda para tus pies.


Guardar escondida
la copla dormida donde refrescar
fuegos de mis amores
y los ardores de tu mirar;
cuando mi voz se cansa
hay otra danza para bailar.




ORACIÓN DEL REMANSO


Soy de la orilla brava del agua turbia y la correntada
que baja hermosa por su barrosa profundidad;
soy un paisano serio, soy gente del remanso Valerio
que es donde el cielo remonta el vuelo en el Paraná.

Tengo el color del río y su misma voz en mi canto sigo,
el agua mansa y su suave danza en el corazón;
pero a veces oscura va turbulenta en la ciega hondura
y se hace brillo en este cuchillo de pescador.

Cristo de las redes, no nos abandones
y en los espineles déjanos tus dones.

No pienses que nos perdiste, es que la pobreza nos pone tristes,
la sangre tensa y uno no piensa más que en morir;
agua del río viejo llevate pronto este canto lejos
que está aclarando y vamos pescando para vivir.

Llevo mi sombra alerta sobre la escama del agua abierta
y en el reposo vertiginoso del espinel
sueño que alzo la proa y subo a la luna en la canoa
y allí descanso hecha un remanso mi propia piel.

Calma de mis dolores, ay, Cristo de los pescadores,
dile a mi amada que está apenada esperándome
que ando pensando en ella mientras voy vadeando las estrellas,
que el río está bravo y estoy cansado para volver.

Cristo de las redes, no nos abandones
y en los espineles déjanos tus dones.








Era en abril
Intérprete: Juan Carlos Baglietto
Autor: Jorge Fandermole



Sabes hermano lo triste que estoy,
se me ha hecho un duelo de trinos y sangre la voz.
Se me ha hecho pedazos
mi sueño mejor,
se ha muerto mi niño, mi niño, mi niño,
mi niño, hermano.

No pudo llenarse la boca de voz,
apenas vació el vientre de mi dulce amor.
Enorme y azul
la vida se le dio.
No pudo tomarla, no pudo tomarla,
de tan pequeño.

Era en abril, el ritmo tibio
de mi chiquito que danzaba
dentro del vientre,
un prado en flor,
y era su lecho el ombligo, el ombligo,
el ombligo, el sol.

Yo le había hecho una blanca canción
del amor entre una nube y un pez volador.
Lo soñé corriendo
abrigado en sudor,
las mejillas llenas, las mejillas llenas
de sol y dulzor.

No busques hermano el camino mejor,
que ya tengo el alma muda de pedirle a Dios.
Qué hacemos ahora, mi dulzura y yo,
con dos pechos llenos, con dos pechos llenos
de leche y dolor.

Era en abril...

Y estamos pensando, sería mejor,
el marchar los tres, el marchar los tres,
a quedarnos dos.

Era en abril...